El principio del fin

Como empezó todo? Yo iba al gimnasio con unas amigas y había una chica que llamaré Juanita, con cariño encima, que trataba de confraternizar con nosotras, nosotras no eramos cerradas a nuevas amistades así que le dimos cabida, especialmente desde un día que falté al gimnasio por estar agripada y ésta chica se averiguó mi teléfono y llamó a preguntar cómo estaba, se me hizo super raro porque no teníamos suficiente confianza pero me pareció un gesto amable. Con el transcurrir de los días incorporamos a Juanita a nuestro grupo del gimnasio y salía con nosotras a comer, a los pubs, a la playa. Para esto, con todo mi grupo del gimnasio eramos amigas de un instructor bastante carismático, y resulta que poco a poco nos fuimos dando cuenta de que esta Juanita estaba obsesionada con él. Él no nos hablaba mal de Juanita pero nos decía que tuviéramos cuidado y lo que sí fuimos notando es que cuando quedábamos con mis amigas en salir a algún lado, él quería ir con nosotras hasta que se enteraba que ella iba, y ahí inventaba siempre un pretexto para ya no acompañarnos.
De la noche a la mañana empezaron a llegarme mensajitos anónimos a mi celular insultándome, los contenidos eran cosas como: "fea", "mostra", "quisiera patearte la cara", "ojalá que te mueras", "bruja de blair", "babosa", y otras cosas bonitas así por el estilo, y estos mensajitos llegaban en las madrugadas, a mí no se me ocurría quién podría ser, si aparentemente yo no tenía broncas con nadie, y bueno, aunque me despertaban en la madrugada, aprendí a no darles importancia. Fui tan tonta que incluso cambié de celular y de inmediato empezaron a llegarme los mensajes al nuevo número, y yo no quería darme cuenta!!!, hasta que con mi amiga se lo comentamos a este amigo instructor y nos dijo que a otra amiga suya, también del gimnasio, le pasaba lo mismo, y él ponía sus manos al fuego de que era Juanita, porque ella había logrado hacerse amiga de esta chica y sacarle información y que el meollo del asunto es que Juanita hacía eso con todas las amigas de él, se les acercaba hasta ganar su confianza y empezaba a fregar muy sigilosamente. Ahí dijimos es hora de pisar el freno.